A medida que el nuevo siglo va llenándose de tiempo, lo único que el horizonte es capaz de mostrar es una crisis del ser humano en casi todas las áreas en la que tiene injerencia (que prácticamente es todo).
Estas crisis se han ido intensificando como respuesta al hecho de vivir constantemente en crisis.
¿Donde nace una crisis?, porque cada cosa debe tener un principio.
Prácticamente todas las crisis parten principalmente de aquella llamada "Crisis de valores", que no es otra cosa el modo de pensar que tiene el ser humano en cuanto a su entorno y en cuanto a su vida misma.
Esta crisis inicial ha ido desgastando el valor mismo de la vida en el sentido de la concepción de las relaciones entre seres humanos y lo que cada uno de ellos espera de del otro. Es decir que ahora lo que cada uno de nosotros espera del otro es que nos muestre una forma de poder sacar provecho del mismo, el respeto ha quedado relegado a una especie de melancolía de tiempos pasados.
Ahora se trata siempre de sacar provecho de todo lo que nos rodea, la gente, los objetos, las situaciones, etc., y esto no tendría porqué ser reprochable si no fuese porque el provecho que se busca obtener va en detrimento de otras personas (que no supieron aprovechar ese momento).
La crisis de valores permite que la corrupción a todo nivel se haya institucionalizado, que se piense que aquel que no sabe sacar una buena tajada de su posición de poder es un inútil que no debería tener ese poder que no ha sabido utilizar.
La crisis de valores ha permitido que todas las esperanzas de trabajar con el estado sean puras fantasías porque el estado ya no trabaja para nadie ni con nadie, solo es un botín de guerra que se vende al mejor postor.
La crisis de valores permite que el empresario se enriquezca a costa de la necesidad de trabajo de las personas, empequeñeciendo su nómina de empleados para agrandar las horas de trabajo de los que tienen la suerte de quedarse y sin esperar ningún reclamo de parte de estos porque el empleado es ahora un tornillo que si no se ajusta a las condiciones de la empresa o empresario, se cambia por otro que está esperando la oportunidad de ser de los que están adentro y no de los que deambulan afuera.
La crisis de valores ha dejado que la salud también se haya vuelto una especie de panacea inalcanzable para el gran conglomerado de gente que siente que no se trabaja lo suficiente para mantener la salud de la gente y que si se necesita salud habrá que comerciar con el mejor postor que te permita acceder a ella.
La crisis de valores también a dejado entrar a la intolerancia con la gente que tiene otra raza, otro credo u otra orientación sexual. Ahora parece ser que la consigna es acabar con los diferentes, en lugar de acabar con las diferencias.
Todos caminamos ahora con la mirada nerviosa a la llegada de la noche o entre grupos de gente que de pronto nos parece sospechosa porque se siente que la policía ya no protege porque tampoco se siente su presencia.
Nos han dicho que la panacea del mercado se trata en emular al gigante norteamericano. Ahora resulta que el gigante está tan hundido en deudas que para salvar a los representantes de su poderosa economía decide endeudarse mas sin apenas buscar una explicación al respecto.
Tiempos de crisis los que nos toca vivir.
Habrá que estar atento a quienes traen soluciones, y si esas soluciones agrandan mas o logran empequeñecer un poco la crisis de valores que padece el ser humano.
Estas crisis se han ido intensificando como respuesta al hecho de vivir constantemente en crisis.
¿Donde nace una crisis?, porque cada cosa debe tener un principio.
Prácticamente todas las crisis parten principalmente de aquella llamada "Crisis de valores", que no es otra cosa el modo de pensar que tiene el ser humano en cuanto a su entorno y en cuanto a su vida misma.
Esta crisis inicial ha ido desgastando el valor mismo de la vida en el sentido de la concepción de las relaciones entre seres humanos y lo que cada uno de ellos espera de del otro. Es decir que ahora lo que cada uno de nosotros espera del otro es que nos muestre una forma de poder sacar provecho del mismo, el respeto ha quedado relegado a una especie de melancolía de tiempos pasados.
Ahora se trata siempre de sacar provecho de todo lo que nos rodea, la gente, los objetos, las situaciones, etc., y esto no tendría porqué ser reprochable si no fuese porque el provecho que se busca obtener va en detrimento de otras personas (que no supieron aprovechar ese momento).
La crisis de valores permite que la corrupción a todo nivel se haya institucionalizado, que se piense que aquel que no sabe sacar una buena tajada de su posición de poder es un inútil que no debería tener ese poder que no ha sabido utilizar.
La crisis de valores ha permitido que todas las esperanzas de trabajar con el estado sean puras fantasías porque el estado ya no trabaja para nadie ni con nadie, solo es un botín de guerra que se vende al mejor postor.
La crisis de valores permite que el empresario se enriquezca a costa de la necesidad de trabajo de las personas, empequeñeciendo su nómina de empleados para agrandar las horas de trabajo de los que tienen la suerte de quedarse y sin esperar ningún reclamo de parte de estos porque el empleado es ahora un tornillo que si no se ajusta a las condiciones de la empresa o empresario, se cambia por otro que está esperando la oportunidad de ser de los que están adentro y no de los que deambulan afuera.
La crisis de valores ha dejado que la salud también se haya vuelto una especie de panacea inalcanzable para el gran conglomerado de gente que siente que no se trabaja lo suficiente para mantener la salud de la gente y que si se necesita salud habrá que comerciar con el mejor postor que te permita acceder a ella.
La crisis de valores también a dejado entrar a la intolerancia con la gente que tiene otra raza, otro credo u otra orientación sexual. Ahora parece ser que la consigna es acabar con los diferentes, en lugar de acabar con las diferencias.
Todos caminamos ahora con la mirada nerviosa a la llegada de la noche o entre grupos de gente que de pronto nos parece sospechosa porque se siente que la policía ya no protege porque tampoco se siente su presencia.
Nos han dicho que la panacea del mercado se trata en emular al gigante norteamericano. Ahora resulta que el gigante está tan hundido en deudas que para salvar a los representantes de su poderosa economía decide endeudarse mas sin apenas buscar una explicación al respecto.
Tiempos de crisis los que nos toca vivir.
Habrá que estar atento a quienes traen soluciones, y si esas soluciones agrandan mas o logran empequeñecer un poco la crisis de valores que padece el ser humano.
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