Tinta corriente

Y después de todo no debería sorprenderme, pero la esperanza, que es lo último que muere, resultó aplastada por la idignación de lo que sucedió en Copenhage. Una y otra vez los dueños de la economía van mostrándole al mundo que hagamos lo que hagamos a ellos no les importamos un pito. Todo lo que tienen frente a los ojos son balances, auditorías y movimientos de la bolsa, mientras que en su imaginario se encuentran las inmensas y paradisíacas propiedades inmobiliarias que resguardan a sus bienaventuradas familias, por lo tanto, qué les puede importar que los glaciares se esten literalmente quemando desde mediados de los ochentas, que hayan cambiado su blanco aspecto montañas enteras en todas partes del mundo (¿se acuerdan cómo era el Kilimanjaro a mediados de los 70?, ¿en las famosas imágenes de la National Geographic?), que paisajes enteros en la india solo sean recuerdo de viejos poemas, que plobaciones completas en el norte del mundo estén cambiando su modo de vivir porque están ca