Septiembre 15 de 2008, una fecha que los
banqueros quieren borrar de su memoria.
Se
declaraba en banca rota una de las instituciones más antiguas, prestigiosas y tradicionales de los Estados Unidos: el banco Lehman Brothers.
Durante los últimos 3 años el dinero había
llegado a manos llenas a sus arcas, volviendo millonarios a muchos de sus
funcionarios, pero de pronto aquella ilusión terminó por quebrarse y se destapó
el escándalo de las inmobiliarias y los paquetes bursátiles que escondían
agujeros negros financieros que estaban a punto de hundir a todo el sistema capitalista
no solo de los Estados Unidos, sino del mundo entero.
El engaño era simple: se ofrecían hipotecas
inmobiliarias a todo aquel que quisiera ser propietario de una vivienda, sin
casi verificar si podía o no pagar dicha hipoteca, luego se agrupaban a cierta
cantidad de deudores en un paquete financiero y se vendía la deuda en conjunto
a otro banco con el mínimo de interés, a la espera que sean estos los que
terminen cobrando las hipotecas.
Esto permitía ir recibiendo dineros frescos
de los hipotecarios y de los bancos que iban comprando los paquetes
financieros.
Pero de pronto empezaron a desaparecer los
aportes y la gente que ya no podía pagar las deudas de la hipoteca fue
quedándose sin casa y sin dinero. Mientras tanto, los consultores y vendedores
de tan bellas ilusiones habían ya cobrado su parte del botín y se despedían del
negocio sin decir todo lo que sabían y apagando sus conciencias con las cifras
de sus cuentas personales en otros bancos libres de tan lucrativo negocio.
Fue la prueba del más puro sentido
capitalista, que pregona que la libertad de hacer negocios determina el nivel
de superación personal que puedes llegar a obtener, creciendo al ritmo que vas
acaparando clientes y ofreciendo tus servicios cada vez a más gente, para
obtener la mayor cantidad de ganancias posibles.
El sistema capitalista te asegura eso, es
más, te dice que no hacerlo significa la muerte. Y se encarga de matarte si no
eres lo suficientemente fuerte para pelear el mercado.
La selva en la que se ha convertido todo el
sistema solo obedece una ley: la ley de la oferta y la demanda.
Pero los banqueros hicieron algo más que eso
durante el primer quinquenio del siglo XXI, crearon un mercado de números que
se inflaban como burbujas de aire y que como tal iban a reventar en cualquier
momento, pero que parecía no iba a afectarles a todos, sin embargo, el deseo de
poder y de riqueza rompió con cualquier atisbo de sentido común e inflaron a
burbuja a velocidad relámpago sin pensar en las consecuencias
Fueron dos mil millones de dólares de réditos
libres de impuesto los que generó el banco Lehman Brothers en el año 2007 y que
se repartieron entre los estamentos más altos del banco. Solo 4 meses después
(abril del 2008) la burbuja se rompió y el pasivo creció dejando a la
institución con más de 3 mil millones en deudas incobrables.
El sistema financiero estadounidense
colapsaba en septiembre de ese año y como buenos niños ricos, todos los bancos
involucrados en aquella estafa pidieron que se les ayude para no quedar en la
indigencia.
Ellos se habían llevado el dinero que ahora
faltaba y extendían la mano en actitud amenazante exigiendo que se les ayude o
el todo se derrumbaría hasta sus cimientos porque no habría dinero para que la
rueda del mundo siga girando.
George Busch apresuró sus influencias y con
discursos que sudaban alarma consiguió que el congreso otorgue un colchón
financiero de 400 mil millones de dólares que debían invertirse en todo el
sistema financiero para salvar de la quiebra a otros bancos que habían caído en
la trampa.
De pronto el hueco que había quedado dentro
del sistema financiero fue cubierto con el dinero de los contribuyentes.
¿Cómo lo recibieron los banqueros?, con una
reunión donde el cubierto costaba cinco mil dólares por persona en un fin de semana inolvidable
para ellos.
Pero la cuestión de todo es: ¿Cómo es que se
hace para tener 400 mil millones de dólares listos para ser usados por los
bancos?, o mejor dicho: ¿cómo es que los bancos pueden tener todo ese dinero en
su poder?
Pues la respuesta es que no lo tienen, solo
son números electrónicos en sus cuentas. En realidad el dinero no existe, es la
mayor prueba de fe que existe en el planeta.
Cuando el estado necesita dinero pide
prestado al Banco Central, este crea unos bonos llamados “del tesoro” con la
cantidad solicitada y respaldados en estos bonos autoriza la creación en papel
de este dinero. Es decir, que el estado se endeuda con el Banco para crear el
dinero faltante y este crea dinero que presta a los bancos del sistema
financiero para crear la deuda personal a través de préstamos que hacen
circular el dinero.
Todos creemos en el dinero, creemos que
existe, pero en realidad aparece de la nada.
Y vive a partir de la deuda que crea con
todos con los que hace negocios.
En el mundo capitalista, solo existes si
debes.
Y al deber, te vuelves prisionero del sistema
y el sistema crea en un maquiavélico círculo vicioso donde va creando
necesidades que te obligan a seguir endeudándote.
En los albores de la historia la esclavitud
era una necesidad económica de los pueblos; sin esclavos no había
economía, pues eran ellos los que
plantaban y cosechaban, los que transportaban y cocinaban y quienes peleaban
las guerras de sus amos, con la fútil esperanza de conseguir la libertad.
Se peleaba para ganar y conseguir esclavos de
los derrotados.
La esclavitud no era cuestión de razas o de
credos, era cuestión de ganar o perder.
Roma esclavizó a Grecia y utilizó su cultura
para crear su religión, su economía y su imperio. Los dioses griegos fueron
romanizados y así Zeus pasó a llamarse Júpiter y Afrodita se llamó Venus.
Fueron esclavos los filósofos griegos que
culturizaron a la agreste Roma y a su gente.
Cuando la cristiandad tomó el poder de
occidente la esclavitud se hizo monástica y el imperio cristiano hizo monjes a
los esclavos e hizo que sirvieran a la
Iglesia educándolos para poder servir a Dios.
La esclavitud nació otra vez con el
descubrimiento de América y allí ya se hizo racista. Y fue la legión de
esclavos traídos del África primero y del Asia después lo que hizo de Europa el
primer nuevo mundo y de Estados Unidos el bastión del capitalismo creado
gracias a la revolución industrial que se encargó de hacer que todo se fabrique
en serie y no dure casi nada.
Y fue así que fuimos cayendo en el consumismo
que construye empresas, destruye individualidades y crea ilusiones de
necesidad.
Consumir y consumir nos permite hacer que el
dinero circule y se convierta en la sangre del sistema: Debo comprar y para eso
mejor si me presto. Pensamos todos así llegado el momento.
Y han creado el tercer renacimiento de la
esclavitud, porque ahora somos esclavos de nuestros acreedores y creemos que el
trabajo es para que podamos vivir siguiendo las reglas y siendo perfectos
ciudadanos.
Pero hace mucho que no vivimos, solo sabemos
sobrevivir. En el límite de nuestras fuerzas, la sociedad actual se aferra con
12 horas de trabajo al escritorio que graciosamente hemos conseguido y que en
lugar de merecernos a nosotros nos hace creer que nosotros nos lo merecemos.
Poco a poco los que manejan el mundo ha ido
acogotando a la sociedad haciéndola sentir que la tecnología puede
reemplazarnos y que si trabajamos es porque aún no hay máquinas que nos
reemplacen completamente, pero que solo es cuestión de tiempo.
Y la tecnología que debería ser herramienta
se vuelve reemplazo y gritamos en su contra y queremos que desaparezca y que
nos devuelva nuestros trabajos. Cuando en realidad la adoramos porque de pronto
nos hace la vida más fácil.
Sin embargo no es esa tecnología la que nos
merecemos. Solo es la que nos permiten tener.
Para tener dinero, aquellos que tienen la
sartén por el mango permiten que cierta tecnología esté disponible para los que
puedan comprarla e incentivan el progreso de esa tecnología porque saben que
vende.
Pero no es todo lo que existe, cuando se
trata de tecnología que afectaría a sus cuentas bancarias, esa tecnología
desaparece del mercado y de las listas de investigación.
Se la tilda de inútil o simplemente de
imposible, cuando saben que elevaría el nivel de vida a límites insospechados
pero que los dejaría como nosotros: sin dinero y sin poder.
Porque el poder no es dinero, es la sensación
de decidir sobre las vidas de otros, y por ahora ellos deciden sobre nuestras
vidas.
Porque si el mundo viviera de la tecnología
disponible y la utilizara como herramienta de progreso sin importar lo que
cuesta, no sufriría la tragedia constante que vive. Aprendería a consumir lo
necesario, no habrían cien modelos de lo mismo solo para satisfacer caprichos
de mercado que nos obligan a comprar aquello que le va bien con el modelo de lo
que adquirimos y que solo es diferente en una esquina del modelo anterior que
vendimos a menos precio de lo que compramos.
Hay otro mundo que respira sobre nuestras
nucas y en el que solo somos un número con el cual experimentan.
Experimentan con medicinas, experimentan con
fenómenos sociales, experimentan con ilusiones de existencia que son
brutalmente reprimidas y experimentan con la sensación de futuro que creen no
conocemos.
Sin embargo mientras más aprendamos de la
lógica que mueve el mundo más empezaremos a despertar a la otra realidad que
tenemos derecho a vivir.
Somos pensamiento y eso nos diferencia del mundo
animal, somos creatividad y sonrisa, somos los que crecemos cuando nos
repartimos, seguro nos merecemos otro mundo mejor.
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